domingo, 23 de diciembre de 2007

Invernal

Vestido de verde calzo
Reubico y controlo
Jalo y alejo
Me brinco y hago caso
Solo hay frío
Silencio
La avenida se quedó callada
Pues me entretuve en el aire recojiendo
Lo que del aire queda
Llamo
Luego renuncio
Sin necesitarlo lo antepongo
Renuncio a mis ganas
Cuando me llama esa vocecita
Voy
A la vuelta
Intento recuperar los cimientos
Pero las merejadas
Los merman
Comienzo otra vez
Rellenando huecos
Para que del ayer
Se callen esos ecos
Directo
No me detengo a pensar
Aunque lo pienso
Me demerito por lo que me creo
Eso es verdad
Cierto
Sin razón
Parece que padezco
Como hoyo después de un sol
Inexistente sin ojo
Con peso en el pensamiento
Que aunque sin saber que existe
Causa es
También para el que no es ciego
No deseo
Por lo que deseo
Y de esa ambigüedad salpico hechos
Pero bobo soy
Y me anonado
Quedo perplejo
Sin notar que el carnval pasa a mi lado
Me despego del detalle
Levanto la mirada
Ya van lejos

jueves, 13 de diciembre de 2007

Zona Pelúcida

Punto de Fuga

i

De aquí se desprende la bruma
Separándome de aquello
Y en silencio
Despacio
Quedo
Intento moverme desde atrás de la barrera
¡Sh!, alguien viene
Volando que viene
Agazapado
Entonces oculto el rostro
Me escupo con cara de papel: ciego
Me vuelvo letra
De tinta
De pluma
De acorde escopeta
Apuntalando el aire
Al fantasma: la silueta
Que proyecta mi propia sombra
ii

Te busco golpeando la memoria
Elevo un poco el rostro e intento olerte
Aguzo mis cariados oídos
Para abrazarte pero no te encuentro
Naciste de mí
Pero aun no sé qué eres
Escucho ecos y siento que emanas de las teclas-flechas
Que apuntan al centro
Del pecho
Al punto de fuga: al corazón

iii

Habla la ciudad por la ventana
No por la puerta que está bien cerrada
Los pericos en cambio me gritan desde la cocina
Alguien allá soltó algo
Tal vez un cabello
Ó
Pensándolo bien
Un trocito de nada...

Zona Pelúcida

Estrella

i

Despierto
Me desato del polvo turbulento
Después de haber formado parte del humo
De aquel cigarro mineralizado ahora
Muerto de cierta manera.
Antes tuvo vida
Él le dio sentido
Pregunté: dudé y de pronto caí aquí,
No hay forma de recordar que ya sabía
Lo que he olvidado.
Queriendo dilucidar
Me fusiono
Me hago más pesado
Al instante mas viejo
Y por ésta lucha brillo
Aunque no lo noto cuando duermo
Cuando giro
Dentro de la nada
Como ellos
Qué: es: no: siempre lo mismo.
Con calor
Detrás de nubes
Palpa e irradia mi centro vivo
Cuerpo que resplandece como cara
Me estiro
Me desamodorro
Me levanto de la cama.

ii

Los trastes están sucios
Hay un banquete para quién le sirva
O para quién lo quiera
El agua ya pronto hervirá para las tres cucharadas de café
Que espero transformen la tarde en buenos días
Mientras me desamarro
Como angustia descifro el espacio que entre pensamientos queda
Polvo condensándose
Por gravedad
Tomando conciencia
Átomo
De partícula
Materia dentro del pecho
Con cada vez más peso: yo
Flotando hacia el infinito
Cargando con mil ideas
Entonces a media luz
En un intersticio
Un silencio
Me aboco sobre papel
Para decir que digo
Para hallarme
Balanceándome entre razones
Esbozando una mueca
Como aquel pez
Que muerto por ser pescado
Freí y comí
Poco hace
No como el que ahora
Me topa bailando
Girando
En elipses
Sobándome las manos
Funcionando
Dislocado y sobre el mismo eje
Dejándome llevar hacia el retorno
Vuelta al fulgor que invariablemente marea
Ahoga en la profundidad del cosmos
Que justo desde mi termina y empieza
Duerme conmigo y por mi sueña
Pero a veces lo olvido ¡no sé dónde lo dejé!,
¡Maldita sea!...estoy solo
Como perdido.
Algo se pudre grita la coladera...

iii

Trato de encontrar las maneras de expresarme
Y solo lengua de fuego asoma por mí
Boca
Allá
Lejos
Las palabras continúan navegando
En la descomunal gritería del silencio
El vivir me consume ¿ya lo dije?,
Ahora como enano encarno lo que le teme a futuro
Y en mi febril combustión
Busco en el hacer un anhelo
Me cuesta creer que estoy solo
Viéndome de reojo el corazón
Sin nada más
A qué asirme
Gira que gira
Vuelta a la vuelta
Sobre la prótesis que he logrado fincarle a la memoria
Te busco parte contra
Antagónica estrella
Ahuyenta el miedo de saber que el precipicio existe
Solo
Antes del paso
Allí comienza...
Te busco para que me tapes del frío
Con la cola de tu láctea cabellera

Cotidiania 3/3

De algún lado le saltó la idea, tenía ganas de estar ésa noche en especial dentro de aquel espacio que lentamente construyó desde hacía tiempo tejiendo ilusiones a la cola de un sueño. El semáforo accedió a dejar que el tránsito fluyera y pisó el acelerador por impulso. El viento de la tarde y el que producía el andar del vehículo, dejaba incrustadas en sus cabellos pequeñas gotas de mar que con él viajaban y mientras se hacían un lugar en su cabeza. Ella, indiferente, permanecía aislada detrás del volante, navegando en el sinfín de estupideces que la radio local aún -pensó-, se permite transmitir.

Se acomodó mejor en el asiento con un movimiento brusco de caderas y sintió que las nalgas le quedaron mejor dispuestas, su cuerpo le agradeció provocándole una suave sensación de descanso. Por el ánimo, sintió simpatía por el sol que entre grises nubarrones dejaba brotar sus últimos rayos sobre la bahía, mientras el alumbrado público comenzaba a encenderse en aquella hilera de lámparas que aun parpadeaban modorras. El pie sobre el pedal del freno, fue ejerciendo cada vez mayor presión ante el mensaje amarillo de alerta recibido por el ojo, luego el rojo: se detuvo. Programadamente, supo que en unos momentos más tendría que virar a su derecha, y se acordó que no tenía papel de baño, ni jabón para bañarse y eso, era lo que pretendía hacer una vez traspasado el umbral de su casa, tomar un largo y delicioso baño muy caliente. Aún flotaba sobre su mente el vapor de agua de la ducha, cuando su atención por reflejo buscó el su reloj en su muñeca, aunque solo lo miró. No le importaba en realidad la hora, pero algo tenía que hacer mientras el semáforo se ponía verde, se maravillaba con lo práctico y simples que resultan las calaveras de los autos para emitir mensajes y podía alejarse de la mirada lasciva del güey ese de la camioneta.

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Ruido 2/3

Permanezco,
aún bajo la sombra
busco luz
de rodillas
imploro.


I

Desde las lámparas, los fotones de sodio arrojados sobre su piel, le hacían pensar que su pellejo estaba tan muerto como las sombras que se adelantaban siempre a su paso. Caminaba sin rumbo, dentro del lugar donde le decían sus ojos: todo está inanimado, o al menos; eso les parecía. Las cosas, los objetos, esa hora; las percibía pereciendo, a causa del ácido que la vida diurna hubo dejado esparcido sobre la corteza de la calle, en sus edificios; y en los lastímeros arbustos que crecen en las jardineras de la ciudad. Cuando lograba por instantes reproducir su propia imagen a semejanza de lo que observaba, le punzaba lo marchito y ceniciento que se veía por dentro, y era adentro, en las mucosas, donde cada vez, más le irritaba, pues a través de ellas; franqueaba su cuerpo el paso de las partículas con las que cada vez con menos ganas, regateaba el precio de su libertad.

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Bayadera 1/3

Bayadera.

I

Alzó la mano para pedir al chofer del camión que parara, este se detuvo. Bajó la mirada para ver dónde pisaba y viendo sin mirar las nalgas de su amiga que subió antes que ella, se asió del pasamanos para subir al colectivo. Hacía casi tres años que ella y Macrina, tomaban el colectivo en el mismo lugar, unas veces a las ocho y media de la mañana; otras a las nueve. Trabajaban casi doce horas entre semana y los sábados ocho, pero hoy, cerrarían en horas de comida, para ir a ver un local ubicado en la zona del centro de la ciudad, y dónde estaban seguras podrían tener un negocio próspero. Una vez que hallaron acomodo y con el colectivo en movimiento, platicaron con el entusiasmo de la novedad sobre sus ideas, hasta que sobre la marcha, un acento del aire se convirtió en silbido, le robó la atención y la situó en los linderos de aquellos principios. Posó su mano en la de Macrina, volteó la cabeza hacia la ventana y quedó espontáneamente diluida entre el vidrio, el marco, el viento, la voz de su amiga y la cara que ofrecía la ciudad con sus fachadas y sus fachas, con los otros transportes, con los árboles, las nubes y la otra gente, hasta que se encontró la mirada en la ventana y en una fracción de segundos, se le reveló aquel ayer que ya había logrado desprenderse del recuerdo, pero que, ante las promesas de este futuro inmediato, no pudo dejar de añorar, ya que el hoy se desencadenaba precisamente por aquellos dolorosos eventos. En paz, dejó la mente libre al fin, se incorporó y mientras le pedía una disculpa a Macrina por dejar de escuchar, estalló en un “¡Sí, estoy de acuerdo…!”, mientras con los ojos enrojecidos y llenos de gratitud le sonreía.

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La Zona Pelúcida

Señores:

Como parte del primer trabajo como calabacitas tiernas, se desprenden estos versos y relatos. Esperamos les gusten. La parte musical de la "Zona Pelúcida", la encontrarán el en link que hacemos al http://myspace.com/calabacitastiernasenmyspace.

Esperamos que sea de su agrado.

Saludos ciberantes...