martes, 15 de abril de 2008

Dos de la tarde...

Dos de la tarde
en cualquier día
que ya cuenta como verano
Cargado todo de escencia
interminablemente
se repite
lento como arrullo
apabullante como catarata
No se pierde
lo tuvo
y después le permanece
aunque agazapado
a empujones
o como mentira
que a sí misma se miente
Me acerco: me anulo
exhalo la tibieza en el momento
dejándome llevar por la cadencia
de ese amor que sin ser mío
y sin poseer poseo
haciéndome que vivo
haciéndome que creo
buscándole la cara
en todo lo que veo